Saludo al bardo libre Pedro de Enbeita el vasco

2020-11-08

Saludo al bardo libre Pedro de Enbeita el vasco,
En la raza que él canta bajo el frontal peñasco
Con que el cielo apuntala su Pirineo agreste,
Grave, arduo, inconquistable, claro, audaz,  fiel, celeste
De elevación él mismo, como si, héroe y monte,
Le abrieran a Euzkadi el cénit por supremo horizonte;
Conforme, antes que al cebo domesticarse entecos,
Su páramo prefieren águilas y rebecos.
Lo saludo en la nieve de sus cumbres, emblema
De la pureza heroica que como el fuego quema,
En el risco que la árida llaga del liquen muerde
Y en la frescura virgen de la soledad verde.
En las serenidades sin fondo que, a lo lejos,
Parece que empavonan de torvo azul los tejos;
Y en la tormenta brava que con tajante lampo
Azufra su hacha lívida sobre el pavor del campo.
En el vigor genuino del roble y del alerce,
Que ni en la viga afloja ni en la cuba se tuerce.
En la dichosa umbría del castaño; en la gruta
Y en la hiedra de lóbregos párpados que la enluta,
Cobijando el misterio de la montaña inmensa.
Y en el azul ambiente con que el abeto inciensa.
Lo saludo en la acerba virtud de la genciana.
En la suavidad de la clemátide temprana.
En el forzudo cáñamo del obenque y la sirga,
Y en la gleba entrañable que el arado desvirga.
Lo saludo en la clara facilidad del agua
Y en el jadeante fuego que atarea la fragua.
Lo saludo en la bulla pueril del manantial
Que trisca con su gárrulo cascabel de cristal.
En el torrente que su vidrio grueso destriza.
En la fontana que íntima calla y se profundiza.
En el mar de Vizcaya, que ora se desenfrena
Con la negrura oleosa de la antigua ballena
Perseguida hasta Islandia por el recio arponero
De la boina calada y el braceral de cuero;
Ora mece, peinándola a la luz de la luna,
Sobre su piel de plata, la sirena euskalduna.
En la copla marina que dio ritmo a la cabria,
Templando la maroma de la urca de Cantabria
Y el espinel de altura que atesó el bacalao.
En la sorda quejumbre que zumba el birimbao.
En la cuerda que afija la voz del koblakari.
En el loco pandero que tunde el charivari.
En el soplo del rústico albogue que arrebata
Con frenesí ardoroso la bien danzada espata.
En la feliz zampona que improvisa el zortziko,
Y bajo la pineda finge al oriol y al pico.
En el rebaño, dócil al pastoril cencerro,
Y en el valiente júbilo de buen pastor, del perro.
Lo saludo en el oso que, astutamente huraño,
Ablanda su peluda descalcez de ermitaño.
En el lobo, sorbido por su aullante oquedad.
En el águila obscura como la tempestad.
En el jabalí ríspido que casca la bellota
Bravía. En la instantánea gamuza que rebota
Con brinco abismal, como si restara en la cuesta
Su encorada pelota la formidable cesta.
En la azorada gracia del corzo y de la ardilla.
En el pitón del ciervo, que enasta la cuchilla,
Y enarbola, estampándola sobre el azul del cielo,
La candente soberbia del almizclado celo.
Y en la cabra montesa, que ante el tajo inaudito,
Plantada con rugosa brusquedad de granito,
Donde el insostenible ventisquero se licúa,
Precipitando en vértigo su insensatez oblicua,
Barbada por la aurora con un mechón de sol,
Arriesga el salto vasco desde el natal peñol.
Lo saludo en la fuerza coordinada del buey.
Lo saludo en el áspero hierro de buena ley
Que el mozo de Guipúzcoa forja y tira en la barra.
Y en el porfiado brío del mulo de Navarra.
En la cantante hidráulica que acompasa el rodezno,
Y en el tenaz aguante del pértigo de fresno.
Lo saludo en la industria seria y fina, que es gloria
De la armería en Eibar, del telar en Vitoria,
Ya incruste la pistola, ya trame el leve tul.
(De terciopelo de Álava me haré una boina azul.)
Lo saludo en la limpia firmeza del camino.
En la hidalguía rústica del garzón campesino,
Que del jarrete elástico al entrecejo escueto,
Descuella con la esbelta pujanza del abeto.
En la beldad que impone la moza fresca y dura,
De la alpargata cándida y la airosa cintura.
En la espumante sidra que el regocijo exalta,
Y en la cordial nobleza del rancio de Peralta.
Lo saludo en la gloria del himno que alto y puro,
Cantando a Roncesvalles con el cuerno del uro,
Saca por las espaldas de la invasión dispersa
La cuenta de Altobiskar, trágicamente inversa.
En la prez sin jactancia del corazón entero.
En el rencor durable del varón verdadero,
Que soliviando el hígado, desde la roja faja
Vivida lengua erige flameando en la navaja.
Y en el silencio del águila de dolor arrogante
Que a la virtud de, Ignacio dio talla, de diamante.
Lo saludo en el orbe de Sebastián Elcano,
Y en el blasón antiguo que juntó, soberano,
Como las dos del nuestro, las tres manos de Arriaga.
Lo saludo en el bravo pincel de Zuloaga,
Que hasta la entraña hundiéndose de punta y de revés,
Acuchilla la vida cual si fuese una res.
Lo saludo en la fama de Iparraguirre el Grande,
Que un día, ennoblecido de Pirineo y de Ande,
Cantó con voz que el alma de dos patrias encierra,
En la guitarra gaucha su loa donostiarra.
Lo saludo en la aurora que entreabre su granada,
Y en el día que parte su toronja dorada.
Lo saludo en la tarde gemida por los píos,
Que reina como un ángel en los montes sombríos.
Lo saludo en la noche que, cernida de estrellas,
Junta en la misma Vía de esplendor nuestras huellas.
En su idioma de hierro, dulcemente sonoro,
Que cual batido yunque canta con timbre de oro.
En el mirlo, su chistu, y en la alondra, su flauta.
En su verso sin letras y en su canción sin pauta.
Lo saludo en la Patria que toda gloria explica.
Lo saludo en el vástago del Árbol de Guernica.
Lo saludo en el Fuero de la honra y la equidad.
Pedro de Enbeita el vasco, ¡viva la libertad!

Leopoldo Lugones

«Oda: Salutación a Enbeita», Buenos Airesko La Nación egunkarian 1923ko irailean

Buenos Airesen Nikaraguako enbaxadore gisa lan egiten zuen Ruben Dariok 1890eko hamarkadan eta hori dela eta Jose Rufo Uriarte eta Francisco Grandmontagne Otaegui euskaldunek sortutako La Vasconia (La Baskonia 1902az geroztik) inprentan inprimatu zuen 1898an Los Raros bere liburua. Inprentaren atzealdean egiten zen tertulian parte hartzen zuen nikaraguarrak eta harekiko miresmenez La Vasconiara joaten hasi zen Leopoldo Lugones poeta argentinarra. Azkenean, euskal erbesteratuekin sortutako harreman honetatik 1897an, La Vasconian argitaratu zen Lugonesen lehen poema liburua, La montaña de oro.

Ruben Darioren Los Raros liburuaren inprenta-oina

Hainbat urte geroago, 1923an, Buenos Airesko Laurak Bat euskal etxetik Tomas Otaegik buru zuen komisio bat Lugonesengana jo zuen Kepa Enbeita Urretxindorra bertsolariari poema bat eskain ziezaion eskatzera. Hala, bada, Lugonesek bere «Oda: Salutación a Enbeita» idatzi eta Buenos Airesko La Nación egunkarian argitaratu zuen 1923ko irailean. Berehala Urretxindorrak «Eskerrik asko» izenburua daraman bertso sorta eskaini zion. 

Urte hartako abenduan Laurak Bat euskal etxeko kideek Lugonesi poemarengatiko esker on eta oroigarri gisa urrezko domina bat oparitu zioten, poetak bere erlojuaren katean eskegita eraman ohi zuena. Domina hori aurkitu zuten Leopoldo Lugonesen mahaian 1938ko otsailaren 18an whiskya eta zianuroa nahasiz bere buruaz beste egin zuenean.

Gaiari buruz gehiago jakin nahi izatekotan:

Jon Aranok poema argitaratu zuen 2000. urtean Ostiela aldizkariaren 19. zenbakian

Iñigo Aranbarrik «¡Viva Pedro el vasco!» idatzi zuen 2012 udan Bertsolari aldizkariaren 86. zenbakian

Andres Maria Irujok «Centenario de Lugones (1874-1974)» argitaratu zuen 1974an Boletín del Instituto Americano de Estudios Vascos aldizkariaren 98. zenbakian

Mikel Ezkerrok «Historia del Laurok Bat de Buenos Aires» lana argitaratu zuen 2003an

Argazkia: Leopoldo Lugones poeta argentinarra